Una filosofía enraizada en la corriente de Escuela Activa o Escuela Moderna aparecida en los años 30 (Freinet, 1974), habiendo sido Freinet el que dio impulso y nombre a esta corriente.
Aparece en ella un valor esencial, la primacía del alumno sobre la materia. Lo que debe procurarse en la Educación Física es la autoestructuración. El sujeto, por medio de sus propias capacidades y una actividad construida en su interés, por su iniciativa y libertad, va autogestionando su formación personal a través de una práctica vivida, en la que florecen estos condicionantes.
Su práctica se presenta como una actividad global y en cierto modo espiritual, en el más amplio sentido del término, que posibilita al niño ser verdaderamente participante, y no alguien sometido por obligación al cumplimiento de una tarea escolar más. Es, además, una actividad verbal de intercambio de información, tanto del profesor al alumno, como del alumno al profesor, pero principalmente una actividad motriz, concebida como experiencia, sin restricciones a la propia aportación e interpretación de la deseada motricidad. Bajo estas premisas la práctica del alumno en la Educación Física es variada y creativa, potenciando la disponibilidad motriz promovida por su propio interés, que se pone de manifiesto cuando el alumno puede construir cualquier actividad y resolverla con su motricidad que de esta forma, se pone a prueba.
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